Autor: Lic. Oscar Anzorena | MCP, PCC
«La responsabilidad más importante
de cualquiera que intente dirigir lo que sea,
es gestionarse a sí mismo como persona»
Dee Hook
Podemos afirmar que el verdadero liderazgo comienza por liderarse. ¿Qué queremos decir con esto? Que nuestra capacidad de avanzar laboralmente, desarrollar emprendimientos, conducir equipos de trabajo o promover el avance de nuestras organizaciones va a estar condicionada por nuestro propio proceso de desarrollo personal y por la adquisición de las competencias que determinan nuestra efectividad. Existe una antigua ley espiritual que dice: “Como es adentro es afuera” y esto nos señala que hacemos lo que somos. Nadie puede ofrecer lo que no posee, ni guiar por un sendero que previamente no transitó, ni brindar una enseñanza si primero no realizó el aprendizaje. Es sobre esta convicción que sostenemos que el proceso de desarrollo del líder se recorre de adentro hacia fuera y que el Autoliderazgo es la condición necesaria para el desempeño de un liderazgo eficaz.
Este camino de aprendizaje y transformación en busca de llegar a ser todo lo que podemos ser, nos posibilita desarrollarnos como personas, desplegar nuestro potencial y alcanzar los objetivos propuestos. En este sentido planteamos al desarrollo personal y a la efectividad laboral como dos aspectos que se relacionan y potencian entre sí, ya que no podemos actuar como líderes si no tenemos la capacidad de liderarnos a nosotros mismos.
Los seres humanos, como espacios abiertos al rediseño y a la transformación, tenemos el poder de constituirnos en los seres que queremos ser. Este proceso de crecimiento nos posibilita ampliar nuestra capacidad de acción o cambiar conductas disfuncionales, y de esta forma mejorar nuestra efectividad tanto en el ámbito personal como laboral. Por esta cualidad y esta posibilidad de ser artífices de nosotros mismos, Nietzsche sostenía que sólo en el ser humano lo creado y el creador se unen.
El camino del liderazgo se debe andar asumiendo la imposibilidad de poseer planos o mapas que nos indiquen el rumbo a recorrer. Más aún, muchas veces debemos desechar las que aparecen como las sendas más seguras, las más transitadas, las “socialmente correctas”, las que auguran una vida llena de éxitos y sin sobresaltos. El costo a pagar por erigirnos en protagonistas en la creación de nuestra propia vida, es asumir el riesgo de tomar nuestras decisiones, construir nuestro propio camino aun desoyendo lo que aconsejaría la “cartografía oficial”, siendo conscientes que los desvíos, los tropiezos y las frustraciones son parte insoslayable de ese proceso de aprendizaje y crecimiento.