La emocionalidad de la confianza

Autor: Lic. Oscar Anzorena | MCP, PCC

«Confiar supone asumir un riesgo,
y los riesgos deben asumirse con cuidado.
Sin embargo, confiar es abrir nuevos mundos»

Fernando Flores 

La emocionalidad de la confianza posee la cualidad de vincular el presente con el futuro. Cuando estamos en un estado de ánimo de confianza sentimos que no hay nada de qué preocuparnos. Actuamos desde una sensación de seguridad y poseemos una expectativa positiva del futuro. El estado de ánimo de la confianza surge ante una interpretación de un futuro que nos parece previsible y tranquilizador.

Cuando decimos que tenemos confianza en una persona, lo que estamos diciendo es que poseemos un alto nivel de seguridad con respecto a su conducta futura. Confiamos en que es muy probable que haga determinadas cosas y que no haga otras. La confianza siempre supone un juicio sobre el futuro y es por esto que condiciona tan fuertemente nuestros comportamientos. La emocionalidad de la confianza se construye en base a los juicios que realizamos sobre la credibilidad, la previsibilidad y la responsabilidad de las personas.

Podemos imaginar cualquier situación, ya sea a nivel personal o laboral y podremos corroborar los distintos comportamientos que adoptamos en una emocionalidad de confianza o de desconfianza. Si tenemos confianza en un amigo, en nuestra pareja, en un proveedor o en un cliente, vamos a suponer que van a actuar dentro de lo acordado, que van a mantener su palabra y que van a honrar sus compromisos, y esto nos da seguridad y tranquilidad. Por el contrario, si en cualquiera de estos casos sintiéramos desconfianza, si tuviésemos temor a que no actúen de acuerdo a lo establecido, nuestro comportamiento sería notablemente diferente. Tomaríamos recaudos o no estableceríamos el compromiso.

Si bien puede ser que alguien que acabamos de conocer nos inspire confianza, generalmente este sentir surge como resultado de un proceso de construcción conjunta que se realiza entre las personas, ya que implica un juicio sobre el proceder del otro y de cómo este comportamiento puede afectar o influir en nuestro horizonte de posibilidades. Pero así como para adquirir confianza necesitamos un tiempo y una experiencia conjunta en la que podamos observar y evaluar la conducta de la persona, paradójicamente la pérdida de la confianza es algo que sucede muy rápidamente. Una acción que defraude la confianza conferida, generalmente es motivo para que cambiemos nuestra actitud y nuestra emocionalidad. Hay un dicho que da cuenta de este fenómeno y dice que “la confianza crece con la lentitud de la palmera y cae con la rapidez del coco”.